No se habla del juego fuera del juego

El ambiente está húmedo y el frío corroe la piel. Pienso en mí, mis sueños, lo que he hecho, lo que no he hecho, lo que haré.
Me baja la melancolía, me vienen los recuerdos de lo que un día me hizo feliz, cuando me sentí plena por un tiempo que, ahora siento, se me hizo tan corto.
Fue un todo, eran cosas que sucedían a mi favor, alguien me quería, todo bien en mi vida, en amplio sentido.
Los días pasaban y yo dormía soñando en lo que iba a venir, en que ya no iba a vivir esto dos veces seguidas, en algún momento iba a tener su fin, pero, como dicen por ahí, hay que vivir el momento, vivir del presente y no preocuparse por lo que va a suceder; y así lo hice, y me resultó.
Todo tiene un fin y así pasó, el periodo del “eterno paraíso”, de mi mundo feliz dijo adiós y puso fin a su paso por mi vida.
Desde ese tiempo, siento que todo es monotonía, la soledad a veces me supera y me entristece pensar que lo vivido ya nunca va a poder recuperarse, que no se puede volver atrás para enmendar los errores y que la felicidad es una instancia tan pasajera como efímera.
Ahora me siento estancada, tantas cosas planeo hacer que nunca se vuelven realidad, no avanzo y ni siquiera la corriente me empuja.

Minutos antes de la una de la madrugada (inicios del día sábado 14 de mayo), me llama la persona que fue protagonista de mi “momento” de felicidad. Se dibuja una sonrisa instantánea en mi rostro, pero desaparece al tiempo en que él me cuenta que está enfermo y que estuvo hospitalizado de urgencia, me dice que está asustado y me menciona tantas veces la palabra muerte que me entra un pánico enorme y trato de decirle sólo cosas positivas y que no hable tonteras. Nos reímos, pero con la preocupación que empiezo a sentir, mi risa se convierte en un mero disfraz. “Cuídate, cuídate mucho por favor” le digo, a sabiendas que lo va a hacer y lo que suceda en un futuro no va a depender totalmente de él.
Pero, por qué me llamó? me lo pregunto porque nuestra comunicación claramente no es la de antes, cuando nuestras conversaciones eran diarias, ahora no.
A modo de amiga podría ser??? O quiso contármelo para que me enterara de que está mal, para que yo me preocupe, porque no creo que “me necesite” en la onda de pareja, no sé si tampoco como amiga, qué sé yo, me enredé entera y contarlo requiere relatar todo lo sucedido hace un poco más de tres años.
Siento que no puedo hacer nada más que darle mi apoyo a la distancia, pensar en su bienestar, en que todo va a resultar bien. No puede ser tan grave la cosa, cierto?? al menos por teléfono se escuchaba bien y con el mismo sentido del humor que lo caracteriza.
¿Qué hacer ahora? Esperar y que él sienta mi presencia a lo lejos, mi apoyo de “amiga”, lo que hasta el día de hoy no podemos ser completamente: amigos.



No hay palabra del día, no tengo ganas.

P.D: el título del post es por una frase que escuché hace un tiempo y en cierto sentido refleja una parte de la historia.